Hidrátate…..No te Ahogues

Con frecuencia escuchamos que el  consumo de grandes cantidades  de agua resulta beneficioso no solo para la salud sino para mantener una piel bella he hidratada, así como para ayudarnos con la dieta; realmente estamos frente a un mito, pues el consumo del preciado líquido depende de múltiples factores, y muy contrario a lo que se cree, en exagerado  resulta perjudicial.    Las dietas en base a agua son muy delicadas y peligrosas. No se debe consumir agua en exceso, pues se conoce que existe un tipo de intoxicación por agua.

El exceso de agua en el organismo ocasiona que los minerales como el potasio,sodio y magnesio se diluyan rápidamente en el torrente sanguíneo, ocasionando cansancio, calambres y pérdida de agilidad mental.  El cerebro altera su funcionamiento cuando no encuentra niveles adecuados de sodio en el torrente sanguíneo. Los principales síntomas relacionadas este déficit son los vómitos,nauseas, dolor de cabeza, convulsiones, parálisis y desequilibrio mineral en el organismo. Este déficit de sodio también ataca al riñón, modificando su funcionamiento.  Cuando el nivel de sodio varia en sangre, el de potasio lo hace de la misma manera, llegando a casos graves como ataques cardiacos sorpresivos y mortales.

El consumo de agua diario depende del gasto de esta misma por el organismo y diversos factores como el clima, la humedad, altitud, edad, constitución física, edad y actividad diaria.   La necesidad de agua es individual para cada organismo. Un atleta maratonista no consume la misma cantidad de agua que consume un boxeador, tenista o cualquier otro deportista.

La necesidad requerida por cada organismo se expresa por la sed, esta es la única manera de medir cuanta agua requiere el organismo. No hay otra forma de medirla. Debemos tomar en cuenta además que existen en el mercado reconstituyentes minerales que no son agua, debemos tener cuidado al consumir esos productos. No abusar de ningún tipo de sustancia, y menos del agua es lo mas recomendable para nuestra salud.

El agua es el componente más abundante del cuerpo humano, y representa más de la mitad del peso corporal. Así, una persona que pesa 70 kilogramos tiene aproximadamente unos 40 litros de agua en el cuerpo. El agua, en el organismo, se encuentra distribuida en dos compartimentos: el agua intracelular y el agua extracelular. La primera representa del 50 al 60 por ciento (55% de promedio) del agua corporal total en el adulto sano. El agua extracelular es la parte acuosa de los líquidos extracelulares, el líquido intersticial y el plasma, y también forma parte de los sólidos extracelulares (dermis, colágeno, tendones, esqueleto, etc.). El agua extracelular ocupa alrededor del 20% del total, del cual, el 8% aproximadamente se encuentra por la sangre. El volumen de agua de la sangre, relativamente pequeño, resulta fundamental para el correcto funcionamiento del cuerpo y debe mantenerse constante.

La cantidad de agua que necesita el organismo está condicionada por la necesidad de que los líquidos corporales tengan el volumen y la concentración osmótica precisos para asegurar las funciones biológicas. El sudor, una alimentación muy salada, vómitos, diarreas o infecciones diversas acompañadas de fiebre, aumentan las necesidades normales de agua.

 El agua se absorbe en el organismo en distintos tramos del tubo digestivo por complejos mecanismos de absorción y los riñones se encargan de eliminarla como parte de la orina. Éstos órganos pueden excretar varios litros de orina diarios, o bien conservar el agua eliminando menos de medio litro cada día.

La concentración de agua presente en el organismo está ligada a la cantidad de electrólitos. Así, la concentración (el nivel) de sodio en la sangre es un buen indicador del volumen de agua que existe en el organismo. El cuerpo trata de mantener el nivel de agua total y, por tanto, una concentración constante de electrolitos, entre ellos el sodio. Cuando éste es elevado, el cuerpo retiene agua para diluir el exceso de sodio, aumentando la sensación de sed y produciendo menos orina. Por el contrario, cuando la concentración de sodio desciende demasiado, los riñones excretan más agua para restaurar el equilibrio.

La concentración de agua está equilibrada cuando se compensan las pérdidas diarias, y para ello, las personas sanas, con un funcionamiento normal de los riñones y que no transpiren excesivamente, es aconsejable que beban al menos un litro y medio de líquido cada día. De esta manera, se consigue mantener en equilibrio el volumen sanguíneo y la concentración de las sales minerales disueltas (electrólitos) en la sangre.

Así que de ahora en adelante hidrátate con moderación y de acuerdo a tu gasto diario de energías.

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